La última columna de la escritora Irene Vallejo publicada en El País, «Todavía no», es un hermoso canto al paso del tiempo y al respeto que la sociedad debe tener hacia las personas mayores.
Os dejamos, a continuación, un par de párrafos pero, desde luego, os invitamos e leer el artículo entero (eso sí, debéis estar suscritos al periódico):
«La ciencia arroja luz sobre este lazo generacional: los biólogos han comprobado que las crías de cetáceos con abuelas sobreviven mejor. De hecho, la prolongada vitalidad tras la edad fértil es un don extraordinario de la naturaleza a nuestra especie. Estudios sobre las últimas tribus cazadoras-recolectoras del planeta, como los hazdas, muestran que la diferencia entre tener o no tener una abuela viva aumenta enormemente la esperanza de vida infantil. Gracias a la colaboración de los mayores, nuestra especie es más numerosa y longeva; y la vida, menos endeble. Sus cuidados a los nietos son una inmensa riqueza silenciada. El éxito demográfico del ser humano se debe precisamente a la capacidad de crear fuertes vínculos entre generaciones.
En la última película de Kurosawa, Madadayo, los alumnos acuden cada primavera a celebrar el cumpleaños de su anciano maestro, ya retirado en el campo. Repiten el ritual aprendido, elevando un vaso de cerveza: “¿Estás listo, profesor?”. Y él, año tras año, responde: “Todavía no, todavía no”, porque aún se siente anudado a la vida. Hoy más que nunca, corremos el riesgo de agravar los estereotipos y ahondar la grieta entre la juventud y la vejez. Nuestra época parece mirar la edad tardía como una carga, mientras cargamos sobre sus espaldas el peso de los niños. Les exige sostener con sus ingresos y apoyo el andamiaje familiar, y a la vez les invita sutilmente a encerrarse en sus casas, aislados del escenario social».