Recientemente hemos asistido a una representación de tango. Nos ha encantado. La música y el baile argentino han protagonizado una actuación a la que asistieron numerosos residentes. Como veis, no hay género artístico que se nos resista. Disfrutamos con la diversidad cultural, especialmente cuando los artistas comparten con nosotros un rato tan agradable.
Pongamos que nuestro cerebro fuera una casa, un hogar lleno de estancias interconectadas que vamos decorando con aprendizajes, amueblando con vivencias. Las ventanas tamizan los sentidos y las alfombras permiten caminar cómodamente por nuestra identidad hasta que un día, desafortunadamente, empiezan a llegar ráfagas de viento trayendo la bruma del alzhéimer. Pero en este edificio que el tiempo amenaza con la erosión hay algo que permanece inamovible: la habitación en la que guardamos las melodías. Pepe Olmedo (Granada, 1988) logra que los mayores vuelvan a adueñarse de estancias que creían olvidadas; las visita con ellos cada vez que hace sonar la música de sus vidas».
Así comienza el artículo de El País protagonizado por la asociación ‘Asociación Música para Recordar’, que dirige el joven psicólogo granadino Pepe Olmedo. (…)
«Reivindica el psicólogo que “la música se asocia a nuestra vida, a nuestros recuerdos, a nuestras emociones” y a través de ella podemos abrir estancias que pensábamos tapiadas: “Si intentamos comunicarnos con ellos a través de la emoción va a ser sencillo, lo vamos a poder conseguir”. Surge entonces una pregunta: ¿cuántas familias que cuidan a personas con alzhéimer en sus casas pueden beneficiarse de algo tan maravilloso como es la música y a lo mejor no lo están haciendo? Del interrogante nace la asociación con la cual Pepe difunde, forma y conciencia: “Ponte a su altura, cógele de la mano, mírale a los ojos y canta las canciones de su vida”.
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¡Ya es primavera en Fray Leopoldo! Nuestros residentes han trabajado mucho durante el invierno para que nuestro árbol estacional esté así de bonito. ¿Verdad que es para sentirnos orgullosos de nuestra comunidad?
La pasada semana nos despedimos de Irene, nuestra terapeuta ocupacional en prácticas. Estamos muy agradecidos por todo lo que hemos aprendido y enseñado con ella. Le hemos deseado mucha suerte y, por supuesto, invitado a volver siempre que quiera. Nuestras puertas, y nuestro corazón, están permanentemente abiertos hacia quienes nos han regalado su tiempo y su cariño.
Abrazos como éste declaran el amor que se respira en nuestra residencia. En este caso, los abrazos eran dedicados a Hanna, una voluntaria alemana que nos ha acompañado durante una temporada y que ha sabido ganarnos el corazón.
Todos hemos sentido mucho su marcha aunque seguiremos en contacto con ella. Y, por supuesto, las puertas de nuestra casa siempre estarán abierto para ella. ¡Te esperamos pronto, Hanna!
¡Nos ha encantado leer esta noticia en El País!: La Universidad de Alicante ofrece un taller de cómic sobre salud para que los mayores con pequeños a su cargo desarrollen una actividad enriquecedora y divertida
«Andrés tiene siete años y tiene claro que va a dibujar alimentos. Ha venido con su abuela Sagrario a un taller de cómic para abuelos y nietos que servirá, también, para crear buenos hábitos alimenticios. Y aunque le están enseñando a crear un humano de dos dimensiones, Andrés venía con la idea de casa. Sus personajes tienen cabeza de fresa alegre o están tristes como un plátano. Sagrario está encantada. “Me gusta experimentar”, dice, “hacer cosas que no pude hacer mientras trabajaba”. Además, trata de cuidarse todo lo posible, y una manera de hacerlo es a través de la nutrición sana. Y más, si es con su nieto, “que tiene un cebo con la televisión, se pasa el día viéndola”. Así que, cuando lo cuida ella, lo saca “al parque, a jugar” o monta puzles con él. Andrés es un trasto que no para de reír y hablar. Y dibuja bien».
«Andrés y Sagrario son una de las parejas que ha reunido un taller organizado por la Universidad de Alicante (UA) a través de sus aulas de Cómic y Salud. La idea nació de los cursos para mayores del aula de Salud. Sus responsables detectaron que “había personas que no podían acudir porque tenían que hacerse cargo de sus nietos”, cuenta Virginia Carrión, responsable de la iniciativa junto a Adela Alonso. Una actividad a la que se dedica más del 30% de los mayores españoles, que suelen pasar unas seis horas diarias con los pequeños de la familia, según datos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. De manera que se pusieron a buscar “un espacio que pudieran compartir, alejado de la presencia continua de las pantallas” y que les uniera “en igualdad de condiciones”. Y lo encontraron en un folio de papel. Y un buen surtido de lápices y gomas de borrar».
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